Todo lo que debes saber sobre el mantenimiento preventivo para coches
- Cómo llenar el depósito de combustible
- Revisiones rutinarias del coche
- Otros elementos que revisar en el coche
- Mantenimiento preventivo estacional
- Los beneficios del mantenimiento preventivo del vehículo
Un coche necesita cuidados periódicos que aseguren a su propietario que todos los elementos mecánicos están en orden y que no hay averías ni problemas a la vista. Igualmente, los vehículos necesitan revisión del nivel de los líquidos que les ayudan a funcionar y un cambio de los filtros para evitar problemas. Todas estas revisiones y ajustes que el fabricante manda realizar cada cierto periodo de tiempo o cada cantidad de kilómetros recorridos forman parte del conocido como mantenimiento preventivo del coche.
El mantenimiento preventivo de un vehículo son todas aquellas operaciones y acciones de revisión que ayudan a que el coche siga funcionando con seguridad y sin averías. Así pues, esta checklist para vehículos contempla el cambio de aceites y filtros, la revisión de los frenos y neumáticos, el chequeo del sistema de climatización y, por supuesto, de amortiguación, entre otros.
Además de para ayudarnos a conducir con seguridad, el mantenimiento preventivo del coche también evita que los fallos mecánicos producidos por desgaste se conviertan en averías graves, detectándolos antes de tiempo, y, por supuesto, las revisiones periódicas aumentan nuestras posibilidades de pasar la ITV a la primera.
Cómo llenar el depósito de combustible
La vida útil de un motor gasolina o diésel depende de muchos factores relacionados con el mantenimiento preventivo. Para cuidar el motor del coche hay que cambiar el aceite y el filtro cuando sea necesario, conducir sin forzar las marchas, revisar los niveles del líquido refrigerante… Y, también, tener cuidado al repostar.
La vida útil del motor se ve afectada por nuestras costumbres a la hora de pasar por la gasolinera. Y es que, aunque muchos conductores apuren sus depósitos de combustible para ahorrar, este gesto puede acabar dañando al coche. Circular siempre en reserva es perjudicial para el motor, acorta su vida útil e incluso puede dañar la bomba de la gasolina, ya que al sistema le costará más absorber el combustible para inyectarlo en la cámara de combustión. Por otro lado, al usar el fondo del depósito, las impurezas que hayan ido quedando acumuladas en el depósito podrían pasar al sistema de inyección, dañando el circuito.
Por otro lado, circular con la reserva encendida provocará que el combustible que quede en el depósito se evapore más rápido, ya que cuando hay poca cantidad de carburante en el tanque este tiende a evaporarse. Igualmente, el contador del combustible puede dañarse si repostamos en pequeñas cantidades, ya que si son mínimas, el sistema no detectará los repostajes. Muchos fabricantes recomiendan llevar el depósito lleno de combustible para evitar estas consecuencias negativas.
Revisiones rutinarias del coche
Hay ciertos componentes y sistemas de vehículo que deben ser revisados de manera periódica. Aunque siempre deberemos referirnos al manual del fabricante de nuestro automóvil para saber cuándo revisarlo, hay partes de un vehículo que requieren un chequeo anual o más regular que otros.
Por ejemplo, los neumáticos necesitan atención constante. Es importante ir comprobando regularmente la profundidad del dibujo de la banda de rodadura para que no baje de los 1,6 milímetros. Igualmente, cuando vayamos a salir de viaje largo o cojamos el coche después de un periodo parado, hay que revisar la presión del neumático. Este parámetro habrá que tenerlo en cuenta especialmente en verano e invierno, con los cambios de estación y de temperatura, ya que estas oscilaciones pueden afectar a la presión del neumático.
Los frenos también son un componente que se debe revisar como parte del mantenimiento periódico del coche para circular siempre con seguridad. Tanto en el caso de los frenos de disco como en los de tambor, habrá que comprobar su estado entre los 20.000 y los 30.000 kilómetros recorridos, aunque no sea necesario cambiarlos.
Una vez al año hay que revisar el aceite del motor, aunque no está de más mirar el nivel cuando vayamos a hacer un viaje largo. Los fabricantes y expertos apuntan que el aceite se debería cambiar cada 15.000 o 30.000 kilómetros y cada 10.000 kilómetros en los coches más viejos. Si no se llegan a estas cifras, de manera anual o cada dos años será el periodo ideal para cambiar el aceite del coche. Si tienes dudas sobre cómo revisar el aceite del coche, en este artículo te lo explicamos paso a paso.
Aunque muchas veces nos olvidemos de ellas, las luces del coche son una parte del sistema de seguridad que debe funcionar siempre de manera adecuada. Deberemos cambiar las bombillas siempre que veamos que una parpadea o pierde potencia. Los fabricantes recomiendan echar un vistazo al estado de las luces del coche cada 50.000 kilómetros o, como mínimo, una vez cada dos años. En este artículo te explicamos todo lo que deberías saber sobre el alumbrado del sistema del coche.
El filtro del aire del coche ayuda a que el aire, nunca mejor dicho, que entra al motor esté lo más limpio posible, lo que limita el acceso de suciedad y partículas que puedan ralentizar el propio motor o afectar a su rendimiento. Además, un buen filtro de aire ayuda a mantener las emisiones a raya (lo que nos ayudará, por otro lado, en la ITV). Por estas razones, el filtro del aire se cambia cada año o cada 15.000 kilómetros.
Por último, nunca debemos dejar de revisar estado de las gomas de los limpiaparabrisas. Lo aconsejable es cambiarlos con el cambio del verano al invierno o cuando veamos que no funcionan correctamente.
Otros elementos que revisar en el coche
Por otro lado, hay ciertos elementos que es necesario revisar con mayor margen de tiempo, pero que no por ello hay que olvidarse de comprobarlos. Por ejemplo, el aceite de la transmisión debería cambiarse cada 5 u 8 años, dependiendo del modelo del coche; y el de la caja de transferencia, entre los 30.000 y los 48.000 kilómetros. Las cajas de transferencia son elementos de los coches con tracción total que también deben ser revisadas periódicamente.
Un elemento cuya avería puede acabar rompiendo, literalmente, el coche es la correa de distribución. Deberemos revisarla con el mantenimiento preventivo regular y cambiarla entre los 180.000 y los 240.000 kilómetros. Las bujías también son otro elemento que deberemos cambiar: cada 60.000 kilómetros en un coche de gasolina y cada 120.000 kilómetros en los coches diésel. Los amortiguadores, por otro lado, deberemos cambiarlos a partir de los 65.000 kilómetros y nunca llegar a pasar los 90.000 kilómetros.
Mantenimiento preventivo estacional
Por último, no podemos dejar pasar el mantenimiento del vehículo que coincide con los cambios de estación. Por ejemplo, cuando entramos en periodo de invierno o verano hay que cambiar los neumáticos a unos modelos que sean de invierno o de verano. Dependiendo del clima de nuestra localidad, podremos apostar por unos all season y solo asegurarnos de revisar la presión y el estado del neumático.
Después del invierno es importante también revisar la salud de la batería, ya que la bajada de las temperaturas afecta notablemente a su capacidad. La vida útil de la batería está en torno a los cuatro y cinco años de duración, dependiendo del cuidado que hagamos de ella. Igualmente, después del verano es aconsejable aprovechar para cambiar las ventanillas, como hemos comentado en el epígrafe anterior, y también revisar los niveles de líquido refrigerante, cambiándolo o rellenándolo cuando sea necesario.
Siguiendo estos pasos y esta check list de mantenimiento del vehículo, nos aseguraremos de que no haya fallos ni averías que puedan comprometer nuestra seguridad al volante ni que acaban provocando desgastes que nos cuesten mucho más dinero arreglar.
Los beneficios del mantenimiento preventivo del vehículo
Como hemos revisado a lo largo de este artículo, revisar preventivamente el coche nos ayudará a detectar fallos, desgastes y a mantener el coche siempre a punto para cuando lo necesitemos, alargando la vida útil de sus componentes y pudiendo, así, ahorrar dinero en reparaciones mecánicas.
Hay que tener en cuenta los elementos que necesitan revisiones y cambios anuales, como los filtros, el aceite… Y aquellas comprobaciones periódicas para asegurarse de la buena salud de los neumáticos o los frenos. Nunca hay que perder de vista, por otro lado, del mantenimiento preventivo estacional, para adaptar nuestro coche a las necesidades climatológicas de cada estación, ni las revisiones que se realizan después de periodos de tiempo más largos, como la correa de distribución.
Revisar la salud de nuestro vehículo nos ayudará a conducir con más seguridad, de manera más cómoda y confortable y, sobre todo, evitará que nuestro coche sufra averías caras o se estropee antes de tiempo. Cabe añadir que, si queremos vender el coche, el hecho de haber llevado el mantenimiento al día facilitará que saquemos un mayor beneficio económico por él.