Ilumina tu camino: por qué las luces del coche son esenciales
Las luces del coche, aunque no lo parezcan, son un elemento de seguridad básico en un vehículo. Permiten que el conductor vea de manera adecuada cuando está circulando y, al mismo tiempo, hacen al propio coche visible para el resto de conductores con los que se comparte la vía, especialmente de noche o en circunstancias de baja visibilidad. Por ejemplo, cuando llueve con mucha intensidad, nieva o hay presencia de niebla, usar las luces del coche de manera adecuada será crucial para mantener la seguridad vial.
Debido a la importante función que cumplen, es imprescindible llevar las luces del coche siempre en buen estado y sustituirlas cuando alguna se funde o se estropea. Además, conducir con alguna de las luces coches fundida o rota puede conllevar una sanción de 200 euros. Del mismo modo, no usar el alumbrado del vehículo cuando es necesario es motivo suficiente para recibir una multa de tráfico de la misma cantidad.
Los vehículos equipan luces distintas dependiendo de la función que cumplan, no solo por el tipo de bombilla con el que funcionan. Cada tipo de luces del coche tiene un uso específico y es importante saber cuándo tenemos que encenderlas mientras circulamos.
Tipos de luces del coche
El sistema de alumbrado de un vehículo se compone de diferentes tipos de luces: aquellas sirven para ver, las que son para ser vistos, las de señalización, las decorativas o más prácticas… Cada una de estas luces del vehículo requiere de cuidados y cumple con una función específica que nos ayuda a mantener la seguridad al volante.
1. Luces delanteras
También se conocen como luz de carretera y luz de cruce, o como cortas y largas, dependiendo de la intensidad que les demos. Se encuentran en la parte frontal del vehículo y pueden usar diferentes tipos de bombillas. La diferencia entre luz de carretera y luz de cruce es que esta segunda debe usarse siempre entre el atardecer y el amanecer y en condiciones de lluvia o nieve moderada, mientras que las de carretera o las largas solo pueden activarse en momentos puntuales, cuando no haya ningún otro vehículo cerca, ya que su alcance y potencia pueden deslumbrar a otros conductores.
Por un lado están las bombillas halógenas, que son las más sencillas y las más veteranas, además de las más económicas. También existen las de xenón, que funcionan gracias a dos electrodos que producen electricidad. Les siguen las luces LED, más modernas y obligatorias para el alumbrado de cruce en todos los vehículos producidos a partir del 2021. Por último, tenemos las de láser, que son las que tienden a usar las marcas de alta gama.
Las luces halógenas son las más baratas, pero también las que menos duran, mientras que las de xenón durante tres veces y alumbran tres veces, pero son más caras. Las luces LED son más económicas, tienen un consumo muy reducido y pueden durar hasta 10.000 horas de uso, teniendo una alta capacidad lumínica instantánea. Las luces láser son la última tendencia, permiten diseñar faros mucho más pequeños y son hasta un 30% más eficientes.
Los expertos aconsejan cambiar las luces de los vehículos cada 40.000 o 50.000 kilómetros recorridos, más o menos, aunque pocos conductores hacen caso a estas indicaciones. Lo más normal es ir sustituyendo las bombillas conforme se van fundiendo y este gesto no es muy recomendable por dos razones principales. La primera es que conforme pasa el tiempo las bombillas pierden intensidad. Aunque no se perciba el deterioro, perdemos potencia lumínica y, por lo tanto, seguridad al circular. La segunda razón es que hay que cambiar todas las bombillas a la vez para evitar que haya desajustes entre las intensidades lumínicas de los faros del coche.
Además de sustituir las luces del coche, es importante llevarlas bien ajustadas y reguladas. Con el paso del tiempo, los accidentes o circular con sobrecarga, las luces delanteras pueden perder su alineación. Nos daremos cuenta porque o bien deslumbran a otros conductores en carretera cuando las llevamos encendidas o porque no alumbran el tramo de vía necesario delante de nosotros, reduciendo nuestra visión.
El método de la pared nos ayudará a descubrir si nuestros faros están mal alineados. Colocaremos nuestro coche frente a una pared blanca, a unos 30 centímetros, asegurándonos de que el coche está nivelado. Marcaremos con una T la zona iluminada por las luces y retiraremos el vehículo unos 10 metros hacia atrás. Si en el centro del haz de las luces sigue estando esta marca, nuestros faros estarán en perfecto estado, si se han desviado hacia arriba o hacia abajo de manera notable, habrá que regularlos.
Para ello, usando estas mismas marcas como guía, deberemos buscar los tornillos que ajustan la dirección de las luces consultando el manual de instrucciones del vehículo. Una vez los encontremos, es tan fácil como girar los tornillos: unos las dirigen de arriba abajo y otros, de izquierda a derecha.
Más allá de molestar a otros conductores, circular con las luces desajustadas o medio fundidas nos evitará ver correctamente de noche o en situaciones de baja visibilidad, impidiéndonos reaccionar a tiempo si hay algún imprevisto en carretera o haciéndonos circular casi a ciegas por las carreteras poco iluminadas. Ambas circunstancias son muy peligrosas.
2. Luces antiniebla
Los faros antiniebla solo deben utilizarse en escenarios climatológicos muy concretos y el reglamento distingue entre los delanteros y los traseros. Las luces antiniebla delanteras se usan en caso de lluvia intensa, niebla, nieve, polvo o humo en carretera. Las traseras solo se utilizarán cuando estas condiciones mencionadas se consideren extremas. Recuerda: usar los faros antiniebla cuando no toca está sancionado con 200 euros de multa.
La importancia de las luces antiniebla es determinante cuando nos encontramos con estos fenómenos en carretera, ya que ayudan verdaderamente a que otros conductores nos vean y a que nosotros mismos podamos mantener la visibilidad adecuada en carretera pese a cualquier fenómeno atmosférico. De todas formas, habrá que adecuar la velocidad y la conducción a las condiciones que nos encontremos en la carretera.
Para usar y activar estas luces nos encontraremos con dos interruptores en el interior de nuestro vehículo, cerca del volante y del resto de mandos que activan las luces largas y cortas. Uno de ellos mostrará un faro con líneas de niebla a la izquierda para las delanteras y otro tendrá las líneas hacia la derecha y será para las traseras.
Los faros antiniebla delanteros emiten una luz blanca mucho más intensa que las luces normales que, además, no refleja contra las gotas de agua como sí lo hacen las luces largas, por ejemplo, cuyo uso está desaconsejado en caso de nieve, niebla o lluvia intensa. Las traseras son de color rojo intenso y mal utilizadas pueden deslumbrar a los conductores que circulen detrás de nosotros.
3. Luces traseras
Las luces traseras no necesitan ser activadas de forma manual por el conductor: siempre que los faros delanteros estén encendidos, los traseros harán lo mismo de manera automática gracias al funcionamiento de un relé. Estas luces de color rojo sirven para marcar la posición y el tamaño del vehículo durante la conducción en condiciones de baja visibilidad o por la noche.
Es habitual que las luces traseras sean del mismo tipo que las delanteras, pero pueden variar. Al igual que en el caso que hemos descrito anteriormente, pueden ser halógenas, de LED o de xenón, aunque esta segunda opción es la más popular por su relación entre durabilidad, luminosidad y coste.
Como en todos los casos, es obligatorio que las luces traseras sean siempre funcionales y, por lo tanto, también hay que sustituirlas cuando se funden. Lo habitual es hacerlo en el mismo intervalo de tiempo que las luces delanteras, ya que se usan prácticamente igual que estas.
4. Luces de freno
Las luces de freno, al igual que las traseras de posición, no requieren ser activadas ya que funcionan solas cuando se presiona el pedal del freno o se activa el freno de mano, en este caso. Este alumbrado también es obligatorio, por lo que no se puede circular si las luces de freno están averiadas, y sirve para alertar a los conductores que llevamos detrás de que vamos a frenar, evitando así colisiones por alcance. Llevarlas fundidas o estropeadas nos puede costar una sanción de 200 euros, así que deberemos cambiarlas de inmediato o ir al taller si las luces de freno no funcionan cuando deben.
Según la normativa actual y respondiendo a la duda sobre cuántas luces de freno son obligatorias, la respuesta es tres: dos laterales y una central, siempre que nuestro vehículo esté equipado con esta última. Si solo dispone de las dos laterales por motivos de fabricación, no podrán sancionarnos.
¿Cómo podemos darnos cuenta de que las luces de freno no funcionan? Parece complicado, ya que para frenar necesitamos estar dentro del vehículo y no las veríamos. Lo más fácil es pedirle a alguien que nos ayude, aunque también podemos parar el coche en una zona segura, apoyar un objeto pesado sobre el pedal del freno y salir del vehículo para comprobarlo por nosotros mismos.
Obviamente, no se puede conducir con las luces de freno averiadas. Primero por el riesgo de recibir una multa y segundo por la peligrosidad del hecho en sí, ya que cualquier conductor podría colisionar contra nosotros al no saber que estamos reduciendo la velocidad. Tampoco se puede conducir con una sola luz funcionando: no es suficiente y la policía nos multaría igual.
5. Intermitentes
Estas luces de dirección son de color ámbar y sirven para avisar al resto de conductores de nuestras maniobras al volante: girar, aparcar o detenernos de improviso. Así pues, están los intermitentes izquierdos, los derechos y las luces de emergencia, que activan los cuatro indicadores. Su importancia es la misma que la de las luces de freno: al poner sobre aviso al resto de conductores sobre nuestras intenciones al volante, evitamos que haya accidentes y choques.
Al igual que sucede con los diferentes tipos de luces, hay distintos intermitentes en el mercado, aunque ahora lo que más se estila es el LED. También pueden ser estáticos, los que parpadean al accionarlos, o dinámicos, los que equipan los vehículos más modernos y que parece que, en cierto modo, se mueven.
Si durante la conducción una de estas luces deja de funcionar, habrá que circular con mucho cuidado y ponerle solución al problema a la mayor brevedad posible.
6. Luces interiores
Con el avance de las modas y la tecnología, los coches más modernos equipan diferentes luces interiores que cumplen funciones estéticas, aunque también prácticas. La típica luz en el techo del vehículo que nos ayuda a ver por la noche, sobre todo cuando tenemos que buscar algo, es mítica. Lo más aconsejado es usarla solo cuando estemos parados y para poder ver en el interior, ya que si la activamos durante la conducción puede afectar a nuestra visión e incluso a la de otros conductores. Durante la marcha, mejor apagadas.
Mantenimiento del alumbrado del coche
Para mantener los faros del coche en buen estado hay que limpiarlos con regularidad, cuando limpiemos el resto del vehículo, teniendo cuidado de no usar productos agresivos que dañen el plástico y afecten, por lo tanto, al haz de luz. Lo mejor será usar un limpiador suave y un paño de microfibra. Si vemos que los plásticos de las luces están muy sucios o amarillos, se pueden usar productos específicos o frotar con una gamuza un poco de pasta de dientes, siempre con cuidado.
Las principales averías que pueden sufrir las luces del coche son por desgaste de la bombilla, es decir, que esta se funda; o porque algo de humedad se ha colado dentro de la carcasa tras una lluvia intensa, pasar por un charco profundo, etc… Cuando una bombilla empieza a parpadear o a perder potencia, lo mejor será cambiarla por una nueva, sobre todo si ya nos acercamos a ese límite de 50.000 kilómetros que marcan los fabricantes o dos años de antigüedad. Si, por otro lado, detectamos condensación en el interior de la carcasa, habrá que quitar las tapas para limpiar el faro por dentro.
El cambio de las luces del coche no es una operación especialmente complicada, pero hay que seguir paso a paso las instrucciones para dejar todo bien colocado cuando volvamos a montar la carcasa. Habitualmente, los faros traseros y delanteros son de fácil acceso desde el capó del coche. Desde el interior, siempre con el coche apagado, procederemos al cambio de las bombillas del coche con cuidado de no tocarlas con los dedos, ya que si dejamos grasa o suciedad se calentarán de manera irregular y se estropearán antes. Las desconectamos del sistema eléctrico del coche y sacamos el soporte, instalando la nueva bombilla y volviendo a colocarlo todo en su posición de inicio.
Conclusiones
Como hemos analizado a lo largo de este artículo, el sistema de alumbrado del coche juega un papel crucial en nuestra seguridad durante la conducción y también en la del resto del tráfico y usuarios de la vía. Por esta razón, además de para evitar sanciones de tráfico, es importante mantener las luces del coche en perfecto estado, repararlas cuando dejan de funcionar y sustituirlas cuando toca cambiarlas.
Desde los intermitentes hasta las luces interiores, el mercado automovilístico permite escoger entre diferentes tipos de iluminación. Para acertar en nuestras elecciones, habrá que sopesar nuestro presupuesto, el precio de las bombillas y los recambios, la duración y la calidad de las luces que queramos poner en nuestro coche.